Gerardo Lucas: Viaje con destino

Gerardo Lucas: Viaje con destino

Recientemente de regreso de un viaje, tuve una vivencia que me pareció útil contarla porque creo que ejemplifica la condición del inmigrante y su responsabilidad con los que dejan atrás en condiciones económicas restringidas.

En un vuelo entre Austin, Texas, a Miami me tocó de compañera de viaje una señora cubana de 54 años, quien me contó su experiencia. Ella formó parte de esos trabajadores de la salud  de la Misión Médica Cubana, que, como parte de un acuerdo del régimen de Hugo Chávez con el de Cuba, llegaron a Venezuela a partir de 2003. Fue destinada como enfermera al idílico pueblo de Queniquea en el Estado Táchira. 

Durante su permanencia allí, gestionó la visa norteamericana y la obtuvo, seguidamente, desertó de la Misión y se va a Estados Unidos, donde hoy reside. 





El gobierno cubano en represalia, le prohibió ir al país durante los próximos ocho años. En esta ocasión, estaba viajando a Guantánamo, Cuba, llevando dos maletas llenas de comida y otros artículos de primera necesidad, que no están al alcance de las mayorías en su país (jabón, champú, detergente, etc.), así como una cantidad de dólares en efectivo para cubrir el presupuesto mensual de su familia.  Allá tiene a su madre, una hija (con quien habla varias veces al día) y tres nietas. Lo que lamenta y la deprime, es no tener más dinero para ayudar a sus primos. 

De su familia inmediata solo trabaja su hija, ganando un salario mínimo en una entidad del gobierno, sueldo que es tan bajo, que prácticamente no alcanza para nada, pero debe trabajar en el cargo público porque no hay otras alternativas y no puede darse el lujo de quedarse sin esa ínfima cantidad de dinero. En el aeropuerto de Austin, se consiguió con otras cuatro nacionales, que también iban a Cuba con la misma misión, aunque a diferentes ciudades. Se quedarían en el aeropuerto hasta las 4 de la madrugada, momento en el que comienzan a procesar a los viajeros. 

Entre Miami y Cuba hay nueve vuelos diarios, unos 60 semanales. Las autoridades aduanales, me dice, no le quitan el contenido de las maletas o los dólares porque saben que el alimento de los locales depende, en forma importante, de los envíos de los familiares en el extranjero. En efecto, hoy por hoy, Cuba importa entre el 70 y 80% de los alimentos del exterior. 

Le pregunté por qué solo iba por dos días, y me contestó que no podía perder ni un día de trabajo si quería completar el presupuesto destinado a su familia.

No tenemos una idea exacta de cuánta comida y bienes de la canasta familiar llevan los inmigrantes anualmente a Cuba, aunque las remesas familiares que envían en efectivo por Courier se estiman en unos 3.500 millones de dólares. 

La realidad cubana, que por un largo tiempo nos parecía tan ajena a los venezolanos, hoy nos está golpeando cada vez con más fuerza. De acuerdo con la estimación, las remesas familiares que envían los venezolanos en el exterior a los familiares en el país alcanzan los 4.500 millones de dólares.

Con la crisis económica venezolana, que se agravó más en este primer trimestre de 2023, es de esperar que el papel de las remesas procedentes del extranjero sea cada vez más importante.

Economista/ Master en Finanzas/Historiador. https://gerardolucas.wordpress.com/