Francisco Delgado: La prueba

Francisco Delgado: La prueba

El 5 de mayo comienza legalmente la campaña electoral en la UCV. La votación, en primera vuelta, será el viernes 26 de mayo. 

Desde hace meses se ha hablado muchísimo sobre la enorme significación de estas elecciones para la vida de la universidad autónoma venezolana, y la verdad es que es difícil exagerar su importancia. La universidad escogerá nuevas autoridades después de estar más de diez años sin poder hacerlo. Ese tiempo sin renovar su liderazgo ha tenido efectos devastadores en el funcionamiento de la institución, pero no me quiero referir ahora al daño producido, ni a los responsables externos e internos, sino a otro asunto: la necesidad de estar conscientes de que este proceso de elecciones es, especialmente, una prueba, y del hecho de que logremos salir airosos de esa prueba dependerá en buena medida el futuro de la educación universitaria pública en nuestro país. 

Primero, las elecciones tienen un costo económico que el Gobierno ya anunció que no va a financiar. Puesto que se decidió no pedir ayuda al CNE, los recursos requeridos, que en realidad no es un monto tan alto, debe asumirlos la propia universidad. Si no es posible costear un proceso que es vital para la sobrevivencia de la institución, y que cuesta apenas poco más de 40.000 dólares, el mensaje que se enviaría al país y a la comunidad universitaria sería descorazonador.  Aprovechemos este momento para incorporar definitivamente en la agenda uno de los grandes temas de la nueva universidad: la generación de recursos propios. 





Segundo, está a prueba la madurez y el sentido de responsabilidad del liderazgo de la universidad. No aludo únicamente a las actuales autoridades. También los candidatos a cargos rectorales, decanales, y los líderes académicos en las diferentes Facultades, tienen que hacer lo necesario para que estas elecciones sean, para el país, un modelo de restablecimiento de una forma de vida institucional democrática, basada en la autonomía, la cooperación y la confianza. Cada acción, cada discurso y cada estrategia deben orientarse a este fin superior: dibujar al país un camino para la reconstrucción y la coexistencia. 

Tercero, será puesta a prueba la capacidad de la universidad para organizar unas elecciones limpias, legales y transparentes. Las ha organizado así en el pasado, ciertamente, pero las circunstancias hoy son otras. Frente a los cuestionamientos que se hacen en el país al CNE, nuestros órganos electorales tienen que reflejar y ser un ejemplo de rigurosa imparcialidad. Frente al ventajismo del que a veces se acusa a los partidos más importantes, en la universidad deben garantizarse iguales oportunidades a todas las opciones que están participando. Frente a la alteración continua de las reglas del juego que se observa en muchos ámbitos de la vida del país, estas elecciones le formulan a la universidad una exigencia de estricto respeto al Derecho, tanto a las leyes electorales nacionales como a los reglamentos que se han adoptado para regir este inédito proceso. También en este plano las elecciones deben ser un modelo de interacción política civilizada, que se desenvuelva en la certeza de las condiciones y en la credibilidad de los resultados.

Hagamos votos para que la universidad salga airosa de estas pruebas, y se presente, ante la Nación, como un ejemplo de la forma de vida a la que todos aspiramos.