La vida de Bruce Lee, el “dragón” de las artes marciales: sus adicciones, su fama de amante perfecto y muerte a los 32

La vida de Bruce Lee, el “dragón” de las artes marciales: sus adicciones, su fama de amante perfecto y muerte a los 32

El actor estadounidense Bruce Lee en el set de “Big Boss”, dirigida por Wei Lo y Chia-Hsiang Wu. (Foto de Sunset Boulevard/Corbis via Getty Images)

 

Bruce Lee emergió como una figura emblemática en la fusión del cine y las artes marciales. Su imagen, frecuentemente vista en los posters de las habitaciones juveniles, mostraba a Lee en una dinámica postura de kung fu, su cuerpo tenso y cubierto de sudor, con una expresión de calma y enfoque. No obstante, más allá del resplandor de su fama, existían aspectos oscuros que, a lo largo del tiempo, han sido descubiertos y expuestos.

Por infobae.com





A pesar de que han transcurrido 50 años desde su trágica muerte, la leyenda de Bruce Lee continúa vigente. Recientemente, se descubrieron cartas escritas por él poco antes del 20 de julio de 1973, fecha en la que su cuerpo fue encontrado en el apartamento de una de sus amantes en Hong Kong. Estos documentos evidencian su batalla contra las adicciones, un adversario más formidable que cualquier luchador de karate oriental. Estas cartas confirmaron que Lee consumía drogas en exceso.

La estrella mantenía correspondencia con Robert Baker, un actor que se transformó en su proveedor de drogas. Las cartas revelan cómo Lee solicitaba a Baker cocaína, LSD y marihuana en cantidades desmesuradas. Inicialmente, se referían a estas sustancias utilizando nombres en clave. Sin embargo, con el paso del tiempo y la sensación de impunidad al no ser descubiertos, perdieron la cautela en su comunicación.

Bruce Lee se destacó como una figura influyente en la cultura popular. Hijo de Lee Hoi Chuen, un reconocido cantante de ópera cantonesa, y de Grace Ho, nació el 27 de noviembre de 1940 en San Francisco, durante una gira de su padre por Estados Unidos. Sin embargo, su crianza tuvo lugar en Hong Kong, a donde se trasladó con apenas cuatro meses de edad. Fue allí donde comenzó su fulgurante trayectoria en el cine. A los tres meses, Lee hizo su primera aparición en la gran pantalla en “Golden Gate Girl” (1941), una película dirigida por su padre.

Desde temprana edad, Bruce Lee comenzó su entrenamiento en artes marciales, iniciándose con el Tai Chi. Posteriormente, bajo la tutela del maestro Yip Man, se especializó en el estilo Wing Chun. Su niñez y adolescencia en Hong Kong estuvieron caracterizadas por una dedicación absoluta a esta disciplina deportiva.

En la década de 1950, Bruce Lee empezó a ganar notoriedad en el cine de Hong Kong a través de una serie de películas de bajo presupuesto. Aunque sus roles eran principalmente románticos y logró cierta fama en la región, el verdadero auge de su carrera cinematográfica ocurrió una década más tarde. Fue entonces cuando su trayectoria tomó un giro hacia el género de acción y artes marciales.

En Hong Kong, Bruce Lee a menudo se veía envuelto en problemas por sus peleas, ya que solía dejar a sus oponentes gravemente heridos y era frecuentemente denunciado. Para evitar que terminara en prisión, su padre decidió enviarlo de vuelta a Estados Unidos. Con 18 años y apenas cien dólares en el bolsillo, Bruce se reunió en Norteamérica con sus hermanos mayores, Peter y Agnes. Durante su viaje en barco, ganó dinero enseñando cha-cha-cha. Una vez en Estados Unidos, estudió filosofía en la Universidad del Estado de Washington. Fue en ese período cuando abrió su primera escuela de artes marciales, el “Jun Fan Gung-Fu Institute”, en Seattle. Jun Fan era su nombre chino. En esta escuela, Lee desarrolló un estilo propio, Jeet Kune Do, que combinaba su filosofía de vida con técnicas marciales. La escuela adquirió rápidamente popularidad, y Bruce Lee comenzó a enseñar sus técnicas de combate, que se basaban en la filosofía de la “no acción” del taoísmo.

Durante su tiempo en la universidad, Bruce Lee se enamoró de Linda Lee Caldwell, una estudiante de sus clases de artes marciales. Se casaron el 17 de agosto de 1964 y tuvieron dos hijos: Brandon Lee, quien siguió los pasos de su padre tanto en su carrera como en su trágico destino, y Shannon.

A pesar de su éxito en el ámbito de las artes marciales, Bruce Lee anhelaba explorar otras dimensiones de su talento. Integró su pensamiento filosófico con su pasión por la poesía y la escritura. Sus poemas, impregnados de reflexión y melancolía, muestran una mente profunda y sensible, en búsqueda de una conexión más íntima con el mundo.

El año 1966 fue crucial en la carrera de Bruce Lee. En ese año, fue descubierto por el productor William Dozier, conocido por su trabajo en “Batman”, quien lo seleccionó para interpretar a Kato en la serie de televisión “El Avispón Verde”. El personaje de Kato, un maestro en artes marciales y leal compañero del superhéroe enmascarado, rápidamente se convirtió en un éxito, llegando a eclipsar al personaje principal interpretado por Van Williams. Sin embargo, los conflictos internos surgieron y la serie solo duró una temporada.

La experiencia de Bruce Lee en la televisión estadounidense lo motivó a incursionar en el cine de Hollywood. Empezó con roles menores en películas que no estaban vinculadas a las artes marciales. Esto significaba un nuevo comienzo, similar a sus primeros pasos en el cine de Hong Kong, pero no se dejó desalentar.

Al trasladarse a Los Ángeles, Bruce Lee tuvo la oportunidad de enseñar kung fu a celebridades como James Coburn y Steve McQueen. De McQueen, Lee aprendió cómo conducirse en el mundo del espectáculo. Además, según su biógrafo Matthew Polly, Lee comenzó a atraer a un grupo de admiradoras fervientes. Su reputación como amante se equiparaba a su fama como atleta y actor. Linda, su esposa, toleró numerosas infidelidades, pero quizás ninguna tan significativa como la que tuvo con Sharon Farrell, su coprotagonista en “Marlowe” (1969), quien había tenido un romance con McQueen antes de dejarlo por Lee. Farrell también elogió a Lee en el aspecto sexual, destacando su físico impresionante y su habilidad como amante, alabando su conocimiento sobre el cuerpo femenino.

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