En La Guaira, la muerte viaja en dos ruedas

En La Guaira, la muerte viaja en dos ruedas

En La Guaira, la muerte viaja en dos ruedas

 

 

 





En los últimos treinta días, una serie de eventos desafortunados han sacudido las calles de La Guaira, tejiendo un relato desgarrador de vidas perdidas y familias destrozadas.

Ana C. Guaita Barreto || Corresponsalía lapatilla.com

Entre los fallecidos encontramos a trabajadores, jóvenes, padres, incluso, a una posible estrella del fútbol. Cada historia es un recordatorio angustioso de la fragilidad de la vida y la urgencia de un cambio en la cultura vial.

El más reciente episodio ocurrió este fatídico 15 de mayo, cuando Jorge Méndez López, empleado de la compañía aeronáutica Siaca, perdió la vida en un choque violento entre su motocicleta y un transporte de carga.

Jorge, un joven con sueños y responsabilidades, fue arrebatado de manera instantánea en un cruce de caminos en Catia La Mar, dejando un vacío imborrable en su familia.

El hombre, quien conducía una Empire EK 150, perdió la vida al chocar con una unidad de transporte marca Volvo, placas 02AA4AM, quedando tendido en el pavimento.

Pero la historia de dolor no termina aquí.

Luto familiar

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El 12 de mayo, la avenida Soublette se convirtió en el escenario de una tragedia aún más desgarradora, cuando una madre, Gereliz Del Carmen Belmonte Carrión, y su pequeño hijo, Víctor Daniel Espinoza Belmonte, fallecieron en un accidente mortal.

Jesús Daniel Espinoza Díaz, quien conducía la motocicleta, junto a esta familia, se vio envuelto en un accidente que acabó con las vidas de sus seres queridos.

La pérdida de Gereliz y Víctor, en la flor de la vida, es un recordatorio sombrío de los peligros que acechan en cada esquina.

El hecho ocurrió en la avenida Soublette, a la altura del Liceo José María Vargas, cuando Jesús Daniel Espinoza Díaz (31) manejaba su moto SBR 150, color morado, placa AU5M65G; Gereliz y Víctor a bordo (pareja e hijo), cuando derrapó y posteriormente fueron arrollados por un Encava blanco con azul, placa O3AB1XL, perteneciente a la línea Guaicamacuto, el cual era conducido por Alexander José Duarte (37).

Tras ser impactados, las tres personas a bordo de la moto quedaron tendidas en el suelo. Al llegar las comisiones policiales y paramédicos, se constató que la mujer había muerto en el sitio por el impacto, mientras que el niño fue trasladado hasta el Periférico de Pariata, falleciendo en el lugar debido a las múltiples lesiones que había sufrido. Ambos fallecidos fueron llevados hasta la morgue de Pariata.

Asimismo, se pudo conocer que Espinoza Díaz presentó excoriaciones en la pierna izquierda y la palma de la mano derecha y, por fortuna, sobrevivió,

Juventud apagada

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El 9 de mayo, dos jóvenes, Jonny David Sandoval Millán y Víctor Romero, encontraron un destino similar en las calles de Anare. Su encuentro fatal con un camión dejó una marca indeleble en sus familias y amigos, recordando la fragilidad de la juventud y la efímera naturaleza de la vida.

El hecho ocurrió a las 9:30 de la noche, cuando Sandoval, a bordo de su Empire Horse 150, color azul, placa AS1F46A, en compañía de Romero, quien iba de acompañante, perdió el control de la moto y terminó impactando contra un camión JAC blanco, sin placas.

El impacto dejó en estado crítico a ambos jóvenes, quienes fueron atendidos y trasladados hasta el Hospital Pérez Carreño, en Caracas, donde murieron debido a la gravedad de sus heridas.

Y en el inicio de este sombrío período, el 1° de mayo, José Ramón León y José Gregorio Acosta murieron en un choque fatal en Tanaguarena. Dos hombres cuyos destinos se entrelazaron trágicamente en un cruce de caminos, dejando a sus seres queridos con el peso abrumador de la pérdida.

Su última entrega

Vladimir Torreglosa, un hombre que dedicó años de su vida al trabajo como repartidor (delivery), encontró un final trágico en las oscuras carreteras de Naiguatá el 27 de abril. Su muerte, como la de tantos otros, deja un vacío irreparable en los corazones de aquellos que lo conocieron y amaron.

Torreglosa estaba a bordo de su moto SBR, color negro, AU7Z52G, transitando por la vía de Naiguatá, aproximadamente a las 9:00 de la noche del sábado 27 de abril, cuando se encontró con otro vehículo Mazda, color gris, placa AA85WD, conducido por Carlos Zerpa, quien presuntamente estaba en el canal equivocado.

En ese momento, ambos chocan, recibiendo Vladimir la peor parte del impacto, quedando tendido en la vía. Al lugar de los hechos se presentaron efectivos de la Policía Nacional Bolivariana y Protección Civil, pero no pudieron salvarle la vida.

Además de trabajar durante 6 años como “delivery”, Vladimir era padre de 5 hijos y oriundo de Naiguatá.

Duelo en el fútbol guaireño

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El 13 de abril, el mundo del deporte en La Guaira sufrió una dolorosa pérdida con la muerte de Delvis Subero, un talentoso futbolista cuyo futuro prometía brillar en los campos. Sin embargo, su vida fue truncada en un instante por un giro mal calculado de un vehículo, sumiendo a su comunidad en luto y consternación.

Este suceso ocurrió cuando Subero transitaba con su moto a la altura de El Ceibo de Pariata y se topó con un vehículo que intentaba dar la vuelta en “U”, conducido por Héctor Enrique Torres Álvarez (44).

El carro terminó impactando con la moto de Delvis, quien quedó tendido en el suelo gravemente herido. Inmediatamente fue trasladado hasta el Hospital Pérez Carreño, en Caracas, donde falleció.

Conciencia vial

Estas historias, marcadas por el dolor y la tragedia, son un llamado urgente a la conciencia vial en La Guaira.

Conductores de vehículos particulares, vehículos de carga y motorizados, todos comparten la responsabilidad de mantener las calles seguras.

Cada vida perdida es un recordatorio de que cada acción tiene consecuencias, y que un momento de distracción o imprudencia puede desencadenar desgracias irreversibles.

Es hora de unirse en comunidad, de trabajar juntos para promover una cultura vial más segura y responsable.

No se puede permitir que más familias sufran el dolor de una pérdida innecesaria.

Que cada calle sea un espacio de vida y esperanza, donde cada viaje sea un retorno seguro al hogar.