Franklin Piccone Sanabria: ¿Continuismo o cambio?

Franklin Piccone Sanabria: ¿Continuismo o cambio?

Solo dos candidatos reflejan dichas realidades: la barbarie que hoy rige los destinos del país o la decencia del embajador Edmundo González Urrutia. Así pues, el venezolano tiene una oportunidad histórica este 28 de julio: suscribir la degradación de los niveles de bienestar general, este gran retroceso de la sobrevivencia de la población venezolana, en manos de una camarilla enquistada en el poder durante 25 años, o elegir el regreso a la democracia, a la institucionalidad, a la salud social en un país infectado por la falacia socialista. 

Este panorama de servicios colapsados, de ingresos misérrimos, de migraciones forzadas, de hospitales y escuelas abandonadas, de corrupción generalizada, de ilegalidad depravada y de represión brutal, tendrá punto y final si efectivamente salimos a votar masivamente. El gobierno se reconoce impopular y apuesta por el desaliento y la desesperanza, pero se equivoca, el rechazo ciudadano les gana por kilómetros.

No puede ser de otro modo cuando su estrategia es la mentira y la triquiñuela, típica de los estafadores, que ven en el engaño su única posibilidad de éxito, porque desfallecen en ideas y hechos probatorios de lo que predican. En nombre del pueblo se han convertido en una máquina de multiplicar la pobreza extrema y han atentado contra la libertad de opinión y de conciencia, derechos inalienables en cualquier gobierno medianamente respetable.   

La ciudadanía vencerá con convicción y con coraje la supuesta incertidumbre. De nada servirán los gastos milmillonarios de propaganda hechos en Nueva York (¡tamaña insensatez!) y en todo el territorio nacional, la judicialización de los partidos políticos, la triste compra de opositores a última hora (signos del desespero), las persecuciones y los encarcelamientos injustos de líderes sociales, la narrativa de sangre y odio para detener el entusiasmo de un pueblo dispuesto a cambiar. Este 28 de julio se desnudará ante el mundo la verdad que recorre a Venezuela: el fin del anacrónico y esclerótico despotismo del siglo XXI.

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